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La mujer en el islam, ¿qué puesto ocupa?

En primer lugar, empecemos por situarnos: el Islam es una de las tres religiones monoteístas, por lo que en sus raíces comparte cierto nexo con las otras dos (judaísmo y cristianismo), pero con la peculiaridad de que en esta religión siguen esperando la llegada del Mesías.

Pero hoy nos ocupa y queremos abordar sólo uno de los puntos del mismo: el papel de la mujer dentro de la religión, pues hay una dicotomía entre “reina” o “esclava”, esto, objetivamente entendido desde que es una religión, por ende es interpretable y hay sociedades que la practican que son más abiertas que otras, al igual que las personas.

Pero hay que buscar, como dirían los griegos “el punto medio, que es donde se haya la virtud”, para poder interpretar el papel que juegan dentro de su propia religión.

Últimamente se están produciendo muchas conversiones de mujeres al islam, y por ello es un hecho que debe analizar. Por poner un ejemplo real, en México, de cada 5 conversiones que hay, 4 son de mujeres. Los argumentos que dan son variados, pero digamos que los que más arguyen son:

-Tener una pareja musulmana

-Una búsqueda espiritual

-Curiosidad intelectual

Sí, esto es lo que hace que se conviertan, pero… ¿Pierden o ganan con esta decisión? Cierto es que se nos ha vendido la imagen de que el islam es violento y machista, pero… ¿Es ésta la realidad? Quizá sean las personas que lo practican las violentas y machistas, pues si analizamos el Corán (su libro sagrado), tampoco difiere mucho de la Biblia o la Torá. Por ejemplo nada dice de que tengan que ir cubiertas, sino modestas, pero ellos también, o nada dice que tengan que ser un adalid de mujer sumisa y cumplidora. Es más el propio profeta, ayudaba en las tareas domésticas. También nos tratarán de hacer ver lo bien tratada y considerada que está la mujer en el islam.

Pero entremos en materia: ¿Cuál es la realidad que viven y sufren miles de mujeres? Desde tener que ir cubiertas, a tener que caminar detrás de su marido, padre o el hombre que las “cuide”, porque se sobreentiende que ellas no son capaces de cuidar de sí mismas y deben supeditarse a un “ser superior”, el hombre.

Por otro lado, su limitación no es sólo a nivel de vestimenta, que podría entenderse como lo menos importante, sino que también se extiende a tener que dedicarse a la crianza y cuidado de las personas que lo necesiten, pues si no es imprescindible, e incluso en casos en que sería muy necesario que trabajase para poder tener en la familia unos mínimos ingresos que ayudasen al sostenimiento de la misma, no se les permite en muchas ocasiones trabajar.

Tampoco pensemos que pueden decir lo que quieran o pensar lo que quieran, pues todo se cercena bajo el yugo al que están sometidas, tal y como hemos visto recientemente en países árabes musulmanes se ha llegado a prohibir escuchar su risa, pasos, voces… Es decir, se les ha prohibido la existencia, la mera capacidad volitiva.

Y si una interpretación de una religión arranca de raíz los derechos más fundamentales de una persona, como el acceso a una educación, a desarrollarse en cualquier ámbito o plano, a ser feliz, algo tan fundamental y ello se supedita a la autorización de un hombre, a cubrir sus deseos, anhelos y a ser la guardiana de ellos, mientras se obedece, sin poder mostrar oposición. ¿A dónde queremos llegar? No para interferir en la fe de nadie, pues es un derecho fundamental que siempre defenderé, pues como dijo Voltaire ‘Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo’, pues yo también lo aplico a la fe.

Pero no creo que sea tolerable por sustentar un derecho fundamental, como es la libre elección de la fe, erradicar al 50% de la población que la practica, argumentando que lo hace de manera libre, porque invito a que reflexionemos, si “elijo” desde la sumisión, soy libre?

Sandra Hernanz Terrero
Vocal del Consejo de Protección de los Derechos Humanos



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