Especial mención a la comunidad indígena maya K'iche ubicada en Lacama II, Chichicastenango El Quiché (Guatemala)
12/07/2023
Este artículo es el primero de una serie de artículos basados en el conflicto armado en Guatemala y su repercusión en la población indígena. En colaboración con la Comunidad K’amalb’e Rech Tinamit Ixim Ulew; Guía que conduce al Pueblo Tierra del Maíz, sin los cuales, todo esto no hubiera sido posible.
Guatemala es un país centroamericano con más de 16 millones de personas, 25 lenguas reconocidas oficialmente, multiétnico y multicultural. De toda la población guatemalteca, el 40% aproximadamente es población indígena; aunque con anterioridad, a la guerra civil, había mucha más presencia respecto a la actualidad, ya que, durante la misma, la población indígena fue uno de los colectivos que se vio más afectados.
Se reconocen diferentes grupos étnicos a destacar: los mayas, xincas, garífunas y ladinos o mestizos. Dentro de estos grupos étnicos existen subgrupos con muy diferentes variedades lingüísticas y culturales como son la K’iche’ y la Ixil, entre otras, a las cuales haremos referencia más adelante.
En este artículo tenemos un único propósito, y es dar visibilidad y concienciar sobre la historia de violencia y el presente de injusticias que la población indígena de Guatemala sigue sufriendo hasta día de hoy. Con especial hincapié en el grupo étnico maya K’iche’, el cual compone un 9% de la población total de Guatemala. Ya que desde el 2021 venimos colaborando con la Comunidad Indígena Maya K’iche’, Asociación K’amalb’e Rech Tinamit Ixim Ulew, lo que en español significa literalmente Guía que conduce al Pueblo Tierra del Maíz. Dicha Asociación se encuentra ubicada en Lacamá II, en el Municipio de Chichicastenango, Departamento del Quiché.
La Asociación K’amalb ’e Rech Tinamit Ixim Ulew; Guía que conduce al Pueblo Tierra del Maíz, se configura el 31 de noviembre de 1998, tras la guerra civil y las consecuencias que dejó el mismo, para reclamar la defensa y el respeto de los derechos humanos de la población indígena maya. Los abusos y las violaciones se sucedieron en su máximo exponente durante la guerra civil de Guatemala. Una vez finalizada, el Estado guatemalteco sigue sin dar respuesta a la situación actual, consecuencia directa del conflicto.
Comunidad Maya K'iche', Lacama II, Chichicastenango, el Quiché
La guerra civil de Guatemala se desarrolló en el contexto de la Guerra Fría, afectando a muchas otras partes del mundo, entre ellas, Sudamérica y América Central. De entre toda esta zona, la guerra que se sucedió en Guatemala fue el conflicto más sanguinario, el cual, acabó según La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (en adelante CEDH) y según Naciones Unidas (en adelante ONU), con la vida de más de 200.000 personas, así como con 45.000 personas desaparecidas, siendo 5.000 niños y niñas.El 80% de estos números eran indígenas mayas.
La guerra civil daba comienzo el 13 de noviembre de 1960 poniendo fin el 29 de diciembre de 1996, teniendo una duración de 36 años. La época más cruenta, comenzó en el momento en que la milicia como institución llegó al poder, así como la época liderada por el general Efraín Ríos Montt, entre los años 1981 y 1983.
Los años más cruentos suscitaron que miles de poblaciones indígenas tuvieran que desplazarse forzosamente hacia las montañas, abandonando sus tierras, casas, animales y lo que siempre había sido hasta entonces su sustento de vida si querían salvar su vida. No solo hubo desplazamientos forzosos, sino que se dio comienzo a la matanza indiscriminada y desapariciones a diario de personas. Se quemaron sus casas, mataron a sus familias, y robaron sus tierras.
Actual y posteriormente a que el conflicto pusiera fin, tanto la ONU como los tribunales de Guatemala reconocieron y sentenciaron los hechos acaecidos de genocidio de la Comunidad Maya Ixil, por haber sido una matanza masiva, e indiscriminada, aunque el gobierno de Guatemala sigue hoy en día sin reconocer dichos hechos. El reconocimiento del genocidio por los tribunales fue decisivo para comenzar a crear mecanismos para la recuperación de la memoria histórica, reparación integral de las víctimas, lucha contra la impunidad a través de la búsqueda, identificación y sanción de los responsables de los crímenes. En el año 2013 se declaró culpable al General Ríos Montt por delitos de genocidio y delito de lesa humanidad, aunque se quedó en arresto domiciliario hasta que se esclarecieran los cargos de otros dirigentes investigados. La triste realidad concluyó sin que se llevara a cabo ningún otro juicio, y Ríos Montt terminó falleciendo en el año 2018.
A raíz de todos estos sucesos, y a pesar de haberse reconocido estas atrocidades como genocidio por los tribunales, la realidad giró en una dirección muy alejada de los mecanismos de reparación pensados respecto a la población indígena. El gobierno guatemalteco al no reconocer dichos hechos no solo no resarció los daños ocasionados durante el conflicto que fueran susceptibles de reparación, sino que actualmente sigue sin resarcir el daño ocasionado durante el conflicto, implicando todo ello la no devolución de las tierras que les pertenecían, y a las que se vieron obligados a abandonar si querían sobrevivir, así como el no ofrecer soluciones para el debido acceso a los derechos fundamentales de techo, sanidad, educación, alimento y acceso al agua.
La Comunidad hoy en día se encuentra a más de 15 kilómetros del centro de salud más cercano, sin recursos para fármacos, vive en unas tierras escasamente fértiles para poder sobrevivir de lo que cultivan, y con apenas recursos para poder transportarse hasta el pueblo más cercano. Durante la época de lluvias sufren desperfectos en sus viviendas, ya que se han visto obligados a construirlas con un material poco resistente ante la completa escasez de recursos. No tienen acceso a las comunicaciones, ni a la información. En varias ocasiones desde el Instituto Internacional de Derechos Humanos (en adelante IIDH) para poder seguir manteniendo la comunicación con la Comunidad, Manuel, fundador de la Asociación, se vio obligado a transportarse hasta el pueblo más cercano a 15 kilómetros, para poder hacer videollamadas con nosotros, debido a que los fuertes temporales afectan a las torres de comunicación, siendo finalmente reparadas a los días o incluso a las semanas.
Por otro lado, un factor que no podemos pasar por alto es como el cambio climático no sólo, no favorece la situación de la Comunidad, sino que la perjudica gravemente. Cuando pensamos en el cambio climático, es importante que sepamos quiénes son las víctimas directas de este, estando las personas indígenas entre ellas por su estrecha vinculación con la tierra. Las personas indígenas dependen íntegramente de todo lo que viene de la tierra tanto como para la alimentación, como para el sustento a nivel económico. Si se les roba a los indígenas la tierra, les estás robando su identidad, y sus recursos.
En virtud de ello, es nuestro deber saber que las personas indígenas, como la Comunidad Maya K’iche’ son uno de los colectivos, víctimas directas del cambio climático. Durante los últimos años está generando cambios radicales de temperatura, los cuales no favorecen al cultivo, y los cuales, se ven incrementados cada año.
Así como, por otro lado, las lluvias torrenciales terminan destrozando muchos de los mismos o echando a perder la mitad de lo cultivado. Estos hechos generan que sus cultivos se vean disminuidos, tanto para la venta como para el consumo propio. Esto ha generado que la Asociación en varias ocasiones se haya visto en la necesidad de solicitar al Estado guatemalteco ayudas de alimentos, sin llegar a obtener respuesta alguna por parte del gobierno, cuando su alimentación depende íntegramente de sus cultivos.
Solicitud de alimentos
No haberse iniciado los mecanismos de reparación a las víctimas, dándoles unas tierras escasamente fértiles y expuestas a los crecientes cambios del cambio climático significa la vulneración y el abuso de poder respecto a las sociedades indígenas, el no respeto de sus derechos humanos y la continua perpetración de irregularidades estando muy lejos de querer ser resarcidas por el Estado guatemalteco. Esto se suma con la insuficiente posesión de animales, también necesarios para la Comunidad, cuando con anterioridad a la guerra era un recurso decisivo para su sustento tanto económico como para la Comunidad.
En otro orden de ideas, otra de las grandes preocupaciones de la Comunidad es encontrar a todas aquellas personas desaparecidas pertenecientes a su Comunidad y/o familia, para poder darles un entierro digno y que tanto como las víctimas como los familiares puedan descansar en paz. Durante la guerra civil y como es común a otras guerras y conflictos las personas asesinadas por el bando ganador suelen estar en paradero desconocido, coincidiendo con fosas comunes o cementerios clandestinos. Debido a ello las familias que todavía no saben dónde se halla el cuerpo de sus hij@s, herman@s y familiares ansían poder encontrarles, para poder devolver sus cuerpos a la tierra de la que provienen.
Fue en el año 2000 cuando la Comunidad Guía que Conduce al Pueblo Tierra del Maíz comenzó con la búsqueda de los cuerpos de sus familiares. Desde entonces y hasta ahora, han podido encontrar a varios de sus familiares, y darles finalmente un entierro digno.
Aunque la búsqueda de cuerpos para realizar la consecuente exhumación es una tarea lenta, burocrática y muy costosa, por lo que la Comunidad, tiene que lidiar con todas estas dificultades sin tener apenas conocimientos y recursos económicos para poder seguir con su búsqueda. El gobierno guatemalteco no les da subvenciones ni ayudas para llevarlo a cabo. Es la propia Comunidad quienes acuden a fosas comunes que van saliendo a la luz durante el paso de los años, para poder reconocer a sus familiares por las ropas, joyas u otros elementos y poder iniciar todo el procedimiento, el cual, puede demorarse años.
Por iniciativa de la Comunidad, nos pidieron si podíamos reflejar en este artículo vídeos grabados durante las exhumaciones realizadas en el 2006 entre los que constan restos de los cuerpos, ropa de las víctimas asesinadas, y las ceremonias realizadas para darles un entierro digno:
Parte I
Parte II
Parte III
Parte IV
Este artículo ha sido posible gracias a la colaboración activa y compromiso de Manuel Calel Morales, Fundador de la Asociación, Activista de los Derechos Humanos, y Coordinador del Proyecto Exhumaciones; así como del resto de la Comunidad Guía que Conduce al Pueblo Tierra del Maíz, hemos podido conocer la situación actual en la que se encuentran. Manuel, sigue luchando cada día por los derechos humanos que les han arrebatado y que no les han sido devueltos tanto a él como a su Comunidad, y es por esa razón por la que se puso en contacto con IIDH
Manuel Calel Morales
España en aras de que nosotros podamos darles voz y que su causa pueda llegar a los altos cargos. Para así poder ser escuchados y se les resarza el daño; devolviéndoles sus tierras, ayudándoles a poder realizar las exhumaciones y el acceso a recursos básicos. Desde la guerra no solo han sido matados, arrebatadas sus tierras y reducidos a lo fútil, sino que los mecanismos que se crearon cuando finalizó la guerra para resarcir a las víctimas ha sido puro artificio. Sus condiciones no se ven mejoradas, e incluso se ven empeoradas cada día. La población indígena no tiene representación en los altos cargos de Guatemala, cuando ocupan el 40% de la población. Son invisibilizados por el sistema, y a nadie parece importarle que se mueran de hambre o de la imposibilidad de un debido acceso a la sanidad y a los medicamentos, como fue el caso de una de las mujeres que colaboró con nosotros, la Sra. Tomasa Calgua. La Sra. Tomasa, colaboró contándonos su testimonio y su historia, con posterioridad a ello, un día se puso enferma y debido a no tener un fácil acceso a un hospital, ni a que nadie pudiera ir a atenderla a su casa, sin tener siquiera recursos para medicación, terminó falleciendo a los pocos días.
La situación en la que se encuentran la Comunidad es completamente insostenible, cada día que pasa tienen que sobrevivir ante todas estas circunstancias, teniendo como máxima esperanza el poder encontrar a su familia desaparecida fallecida, para poder darles un entierro digno, para que les devuelvan sus tierras, así como que el gobierno guatemalteco reconozca íntegramente sus derechos fundamentales y humanos tanto como comunidad indígena, como individuos.
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